El 26 de octubre de 1825 marcó el inicio del viaje de Eugenio a Roma, que lo mantendría alejado de Marsella por 8 meses. Durante este tiempo escribía en forma regular a Henri Tempier y hacía comentarios en su diario. Mientras que las cartas a los Oblatos que conservamos son directas a los temas, al escribir a Tempier hablaba de diferentes detalles que mostraban algo de humanidad y el carácter de Eugenio. Algunos de los extractos que publicaré no muestran contenido espiritual ni edificante, pero nos dan idea de la persona.
Realizó el viaje en transporte público, consistente en carruajes tirados por caballos, que avanzaban lentamente. A menudo los viajeros dormían en sus asientos o en alojamientos a lo largo del camino. La primer parte, de Marsella a Fréjus, tardó cuatro días para cubrir los 150 kilómetros, y Eugenio tuvo oportunidad de dialogar con alguien que no era católico.
Aprovecho mi querido Padre Tempier, una media hora entre la comida y las vísperas para daros noticias mías.
Llegué ayer a las cuatro de la mañana a Frejus en buen estado y con compañía bastante buena de tres ingleses que iban en el coche. He podido hablar con uno que hablaba bien el francés y desengañarlo sobre algunas falsas ideas que tenía, como tantos otros correligionarios suyos, sobre puntos de la doctrina católica, que se podrá creer no los ignorará nadie.
Carta a Henri Tempier, Noviembre 1°, 1825, EO VI núm. 203
“Cada momento de cada evento en la vida de todos los hombres en la tierra, siembra algo en su alma.” Thomas Merton