Eugenio reflexiona sobre la importancia de mantener la serenidad interior en Dios.
Máxima importante. Hacer siempre cuanto dependa de mí para el éxito en las empresas que juzgo buenas, pero cuando no tenga nada que reprocharme, cuando haya movido a Dios y a los hombres, cuando me haya servido de todos los medios que la fe y mi espíritu y mi posición me proporcionan, si el éxito no responde a mis expectativas, entrar en mi interior lo antes posible y no perder ni una onza de esa paz preciosa que es el mayor de los bienes.
San Ignacio decía que un cuarto de hora de oración le bastaba para consolarse hasta de la destrucción de su Compañía.
Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n.130