Aquí tenemos algunos extractos más de la descripción del largo viaje de Eugenio, mostrando su irritabilidad con el comportamiento de algunas personas.
El mesonero que había comprometido su palabra de jefe de posta que saldría, me dio su cabriolé, que fue llevado por el Sr. conductor de la diligencia, que admití a mi lado y llegamos así a Cannes, donde hube que buscar antes que fuera de día otro coche que me llevara a Antibes. Era ayer día de los difuntos; comprenderéis que no quise privar a esas santas almas del sufragio que esperaban del sacrificio que debía ofrecer.
Apenas llegado, subí a la parroquia, donde fui acogido amablemente por el Sr. Rouvet, párroco, que me cansó con preguntas, pero que tuvo el cuidado de desaparecer mientras celebraba misa, probablemente porque era muy de mañana, para encender el fuego en su casa y ofrecerme una taza de café, que fui a tomar a la posada..
4 de noviembre.
Estamos a 4. No hay noticias de mi sombrero; estoy casi resignado a prescindir de él hasta Turín, donde compraré uno a la italiana; ¡pero mi bonete! [ed. Tal vez lo utilizaba para mantenerse caliente]! ¿Dónde encontrar otro parecido? Esa hermosa herencia de mi abuelo me deja algún pesar por su pérdida.
He visto aquí a su Excelencia el Sr. Gobernador, que me ha recibido muy bien, y al primer Presidente, al que debo tanto. Los había conocido en mi viaje anterior así como al general Recamati. En cuanto al Sr. Cónsul de Francia, huele a grasa quemada, ha tenido tan poca vista que ni siquiera me ha invitado a la comida oficial que ha dado ayer con ocasión de la fiesta del Rey. Su cortesía le hubiese costado poco, porque estaba ya invitado por Mons. el Obispo que merecía evidentemente la preferencia.
Carta a Henri Tempier, Noviembre 3-4, EO VI núm. 204
“Los grandes eventos me acallan y tranquilizan; sólo las nimiedades irritan mis nervios.” Reina Victoria