El propósito del viaje de Eugenio a Roma era buscar la aprobación oficial de la Iglesia a los Misioneros Oblatos. Su Sociedad era pequeña, por lo que había de apoyar su solicitud mostrando la importancia del papel evangelizador que tenía en la Iglesia local en el sur de Francia. Por ello, solicitó a todos los Obispos de los lugares donde trabajaban los Oblatos, dieran sus comentarios y recomendación al Papa para la aprobación canónica.
Rey, el biógrafo, comenta que el primero en hacerlo de puño y letra fue Fortuné de Mazenod en Marsella, en septiembre. Los demás fueron los obispos de Gap, Digne, Nimes y Aix en Provence. Camino a Roma, Eugenio se detuvo en Fréjus, para solicitar al Obispo incluir su aprobación. A su llegada escribió:
Esperé en el mesón que se hiciera de día para ir a la Iglesia en la que encontré al respetable Sr. Saurin que me abrazó con la mayor cordialidad. Celebré la misa después de él. Volví luego al mesón donde el Sr. Juez de paz me intimó fuera a alojarme a su casa, lo que hice para no malquistarme con la justicia. Me arreglé un poco, es decir me afeité y dirigí mis pasos hacia la casa de Mons. el Obispo, que me recibió con los brazos abiertos.
Después de los cumplidos de costumbre, expuse en dos palabras al Prelado el objeto de mi viaje, y sin perder tiempo le mostré mi original, que había tenido el cuidado de llevar en mi manteo. Antes de abrirlo, me contestó graciosamente, que tendría el gusto de unirse a los demás Prelados que habían aprobado nuestras Reglas. Leyó luego atentamente las aprobaciones de Nuestros Señores los Obispos. Deposité el volumen sobre su mesa y hablamos de otra cosa.
Después de la comida, me di cuenta de que subía a su oficina con el Sr. Saurin; presumí que era para encargarle el borrador de su aprobación y no me equivoqué. Había rogado a Monseñor quisiera recordar, en lo que tuviera la bondad de escribir, que trabajábamos en su diócesis desde hacía varios años,
Carta a Henri Tempier, Noviembre 1°, 1825, EO VI núm. 203
“Recordemos todos esto: no podemos proclamar el Evangelio de Jesús sin el testimonio tangible de nuestra vida.” Papa Francisco