Hemos dicho antes cómo cumplía Eugenio sus deberes de clase. Parece que sus maestros, especialmente el P. Scati, quedaron también contentos de su sensatez, pues le permitieron hacer la primera comunión antes de cumplir los diez años. Tuvo esa dicha el jueves santo [5 de abril] de 1792. Antes de eso, hallándolo al parecer más razonable que sus compañeros, le dieron una especie de inspección sobre su junta de camaradas. Su padre, siempre atento a dirigir desde lejos las impresiones de Eugenio, le escribía también acerca de esto para recomendarle que usara bien esa autoridad y que se compadeciera de las flaquezas de sus colegas.
El P. rector y los otros Padres le tuvieron siempre mucho afecto y se complacían en proponerlo como modelo. Y es que el niño reunía cualidades raras en esa edad. Tuvo oportunidad de darlas a conocer en varias ocasiones en que supo aprovechar su ascendiente para mantener entre sus camaradas el buen espíritu que los Superiores querían que reinara.
Diario del Exilio en Italia, EO XVI pág. 29
Nota sobre el texto. El Diario del Exilio en Italia contiene secciones escritas por Eugenio mismo y otra escrita en tercera persona. Algunas de ellas pueden haber sido escritas por Eugenio (como en el “Diario de la Congregación de los Jóvenes” escribe en tercera persona). Otras partes fueron escritas por el Padre Achille Rey, quien conocía bien a Eugenio y a su madre, pudiendo haber reportado lo aprendido de ellos. El manuscrito original no existe ya, aunque fue publicado en “Missions” en 1866.
“El liderazgo no puede ser enseñado realmente. Sólo puede ser aprendido.” Harold S. Geneen