Aún en sus días en Roma, Eugenio el Oblato, narra cómo su fe es inspirada y fortalecida por la presencia de las señales de tantos que dieron sus vidas como oblación a Dios.
He tenido la devoción de ir a ofrecer el santo sacrificio sobre la tumba de Santa Bibiana, cuya fiesta celebra hoy la Iglesia. Su templo está situado entre Santa María la Mayor y Santa Cruz de Jerusalén, en medio del campo, donde ya no quedan vestigios de los magníficos palacios que realzaban la belleza de esos lugares en tiempo de los romanos….
En el fondo de la iglesia puede verse la columna a la que Santa Bibiana fue atada y en la que fue flagelada hasta caer muerta. El cementerio de San Anastasio, Papa, en el que fueron enterrados tres mil doscientos sesenta mártires, sin contar mujeres y niños, está debajo de la iglesia. ¡Qué recuerdos, qué respeto, qué devoción inspiran estas cosas!
Diario en Roma, Diciembre 2, 1825, EO XVII
“No es necesario ser un héroe fantástico para hacer ciertas cosas – competir. Puedes ser una persona común, suficientemente motivada para alcanzar metas desafiantes.” Sir Edmund Hillary