Aquí, en la primera meditación del día, Eugenio se refiere al momento en el que tuvo lugar su conversión. De un modo interesante, la siguiente meditación, la segunda del día, ¡es la única en la que él recuerda su experiencia del Viernes Santo!
He meditado sobre el fin del hombre. Medianamente. Me detuve más en estos pensamientos: que Dios no me había creado, ni siquiera había podido crearme más que para él, que me había formado según sus designios para emplearme en lo que sabía que iba a contribuir a su gloria y a procurar mi salvación.
Y que por mi parte, hasta la época de mi conversión, mi única ocupación ha sido la de destruir su obra, y esto lo había logrado demasiado bien. He contrariado, pues, todos sus designios, por mi culpa,
Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n.130