Eugenio se hizo sacerdote como respuesta al conocer el amor indescriptible de Dios por él. En el retiro en preparación para su ordenación sacerdotal, pide poder hacer de su sacerdocio una respuesta de amor total:
Estoy pues convencido de no haberos amado nada. Pero a quién he amado en lugar de Vos? Al demonio. Sí, al demonio, al que ha sido mi Dios, es a él a quien he prostituido todo mi ser. Así es como he cumplido el fin para el cual, había sido creado: he odiado a mi Creador, o por lo menos he actuado como si lo odiara, y me he entregado al demonio para ser su esclavo. Y es a un monstruo semejante, oh Dios mío, al que Vos habéis querido reivindicar, al que vos habéis admitido en vuestro santuario, al que vais a investir pronto de vuestro sacerdocio. Dios mío donde están los términos que me harían falta para expresar lo que ese infinito, esa incomparable bondad me hace sentir? Mi frente está en el polvo, mis labios están pegados al suelo, mi alma está anonadada, no puedo más. Dios mío redoblad, triplicad, centuplicad mis fuerzas; que os ame no sólo tanto como yo puedo amaros, que eso no es nada, sino que os ame tanto como os han amado los santos, tanto como os amaba y os ama vuestra Santísima Madre. Dios mío, no basta eso, y por qué no desearía amaros tanto como os amáis vos mismo? Eso es imposible, lo sé, pero el deseo no es imposible, ya que lo formulo con toda la sinceridad de mi corazón, con toda mi alma. Si, Dios mío, quisiera amaros tanto como os amáis a vos mismo; así es como pretendo reparar mi pasada ingratitud.
Notas escritas durante el retiro en preparación para la ordenación sacerdotal, Diciembre 1811, EO XIV n. 95
En María, el nuevo sacerdote vio un modelo a imitar para aprender a amar a Dios, y como ejemplo para él, al entregarse por completo a través de su ministerio.
“Pidamos en especial por los nuevos sacerdotes de la Diócesis de Roma, a quienes tuve el gusto de ordenar esta mañana… Y pidamos la intercesión de María, que es la Mujer del ‘Si’. Ella dijo ‘Sí’ toda su vida. Aprendió a reconocer la voz de Jesús desde que lo llevaba en el vientre. Que María, nuestra Madre, nos ayude siempre a reconocer mejor la voz de Jesús y a seguirla al caminar por la vida.” Papa Francisco