Oblatos de María Inmaculada ¡Pero si es un título para el cielo! ¿Cómo no hemos pensado en ello antes?
Los textos de los días anteriores nos han proporcionado un vistazo al lugar de María en la vida de Eugenio y su ministerio, para ayudarnos a comprender por qué pudo exclamar, “¿Cómo no hemos pensado en ello antes?”
Habiendo solicitado el cambio del nombre en la petición que escribió al Papa, reflexionó en su falta de entusiasmo por el nombre “Oblatos de San Carlos”:
¡Los Oblatos de María! Ese nombre satisface al corazón y el oído. Os debo confesar aquí que estaba sorprendido, cuando se decidió tomar el nombre que he creído debe dejar, ser tan poco sensible, sentir tan poco gusto, diré casi una repugnancia de llevar el nombre de un santo que es mi protector particular, al cual tengo tanta devoción. Ahora me lo explico; perjudicábamos a nuestra Madre, a nuestra Reina, a la que nos protege y que debe obtenernos todas las gracias de las cuales su divino Hijo la ha hecho dispensadora.
Carta a Henri Tempier, Diciembre 22, 1825, EO VI núm. 213
“Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración junto con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con los hermanos de Él.” Hechos 1:13-14