Continúo reflexionando sobre la evaluación que Eugenio hizo de sí mismo para su director espiritual al entrar en el seminario.
Siempre he tenido una franqueza muy abierta que me ha impulsado a rechazar toda clase de cumplidos halagadores que intentaran empañar en lo más mínimo mi sinceridad. En el mundo habían comprendido mi modo de ser.
La experiencia me ha demostrado que raramente me equivoco en los juicios que formulo; por eso necesito estar muy en guardia para no emitirlos sin necesidad.
Autorretrato de Eugenio para su director espiritual, en 1808, E.O. XIV n. 30
La cualidad de ser rápido en juzgar es clara en muchos escritos de su vida, particularmente si las acciones o actitudes de la persona no estaban en conformidad con los valores e ideales que Eugenio esperaba del estado de vida de esa persona. Esta franqueza le llevó a tener enemigos, particularmente en Marsella cuando él fue Vicario General de su tío y tuvo que ser el “hombre hacha” para tratar los problemas en la diócesis o con las autoridades del gobierno civil.