Un toque de la superioridad gastronómica provenzal – y un toque de virtud!
¡Es un placer!, por lo menos aquí, mi querido Tempier; los días de ayuno son días de penitencia, sobre todo para unos Provenzales que no pueden, por muchos esfuerzos que hagan tragar el detestable aceite que se come en Roma.
Para las Témporas se observa lo que se llama “la abstinencia estricta” es decir que los huevos y los lacticinios están prohibidos. He dado gracias a Dios por mi invencible repugnancia por el aceite malo, y me he contentado estos días como comida con un trozo de pescado cocido sobre el cual he oprimido un medio limón. Mons. Isoarda hubiese deseado que comiese en su casa, me he guardado de aceptar sus insistentes invitaciones, porque os confesaré que sentía que nada podría haber reemplazado la dicha que sentía de hacer tres días de penitencia en el verdadero sentido y verdadero espíritu de la Iglesia.
Adiós por esta tarde, querido amigo. Abrace de mi parte a toda la familia. Rezad por mí; por mi parte no hago una estación, no doy un paso en que no estéis conmigo. Temo que Suzanne se haya cansado demasiado en ese retiro de Allauch; no sabe moderarse, y estoy siempre preocupado por él. Respeto y amistades para mi querido tío. Adiós.
Carta a Henri Tempier, Diciembre 18, 1825, EO VI núm. 212
“La glotonería es un escape emocional, una señal de que algo nos carcome.” Peter De Vries