EN LA ANTECÁMARA DEL PAPA

En cuanto se inicia la audiencia, entran sucesivamente aquellos que están señalados aquél día para despachar con el Papa. No vinieron ni Cardenales ni Embajadores; entran unos después de otros aquellos que el Santo Padre hace llamar por el Maestro de Cámara. Estaba prevenido de que había que tener paciencia, porque los asuntos de que le dan cuenta son a veces tan numerosos que no acaban.
Tenía buen ánimo aquel día, aunque estuviera en ayunas, y la gruesa carpeta morada de Mons. el Secretario de los Breves que debía pasar el primero no pudo asustarme; tampoco lo fui con lo mismo de llena de Mons. el Cardenal Pacca, prefecto de la Congregación de los Obispos y Regulares. ¡Ay!, pensé que algún día tal vez estaríamos nosotros metidos en esa carpeta. Pasaron una hora cada uno con el Papa. Mons. el Obispo Capellán, es decir el distribuidor de las limosnas del Papa y el Padre maestro del sagrado Palacio tenían también aquel día su audiencia fija; no tardaron mucho. ¿A quién llamarían después de ellos? El general de los Dominicos, cuyo vientre gritaba hambre, había apostado que sería él; en absoluto fui yo.

Carta a Henri Tempier, Diciembre 22, 1825, EO VI núm. 213

 En su diario, Eugenio narra la escena:

Las audiencias están programadas día por día, quiero decir las de los que deben trabajar con el Papa. Para conocimiento de todos hay una lista impresa en la antesala más cercana al despacho de Su Santidad. Allí esperé yo, en mi calidad de vicario general, que en Italia es una especie de prelatura y conlleva el título de monseñor. Mientras aguardaba que acabaran de pasar los colaboradores del Papa… Conocí al Arzobispo de Siena quien, al descubrir por mi vestimenta que era francés, se me acercó para conversar un poco sobre Francia, donde había estado desterrado en tiempos de Napoleón. No se cansaba de alabar la buena acogida que le habían dispensado y todas las atenciones que habían tenido para con él. También el cardenal Pacca habló conmigo y me invitó a volver por su casa…
Pasé el primero de los que no tenían audiencia fijada, lo que extrañó un poco al Rvdo. Padre General de los Dominicos, que parecía estar seguro de que pasaría antes que yo; pero el Santo Padre me llamó a mí primero, y obedecí sin hacerme rogar.

Diario en Roma, Diciembre 20, 1825, EO XVII

 

“Al confiar en Dios, puedes ser más paciente. La paciencia no es sólo esperar algo… es cómo esperas, o tu actitud al esperar.”       Joyce Meyer

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