En su diario privado, Eugenio continúa vertiendo sus impresiones de esa mañana, según las recuerda. No puede resistir notar su diversión con el sacerdote Dominico en la sala de audiencias, quien mostraba su incomodidad al esperar, pues su estómago vacío gruñía y la cara que debe haber puesto cuando Eugenio fue llamado por el Papa antes que él!
No intentaré transcribir aquí todo lo que sucedió en esa preciosa audiencia que duró más de media hora, seguro que con harto pesar del Padre dominico, que no había comido como tampoco lo había hecho yo que estaba en ayunas.
Su experiencia del Papa fue de una persona de bondad indescriptible
El Papa me mostró una bondad indecible; habló mucho tiempo, y me escuchaba con gran atención cuando yo hablaba a mi vez. La conversación era en italiano, y él me hablaba siempre en tercera persona con los términos más corteses. Se dignó darme explicaciones muy detalladas cuando hubiera podido zanjar con una palabra.
Diario en Roma, Diciembre 20, 1825, EO XVII
“La bondad es el idioma que los sordos pueden escuchar y los ciegos pueden ver.” Mark Twain