Eugenio describe su entrevista con el Papa León:
“Le entregué con respeto la carta de mi tío, que colocó sobre su mesa. Luego empezó nuestra conversación, que trató sobre varios temas y duró cerca de tres cuartos de hora…
Expuse el objeto principal de mi viaje, pero cuántos incidentes entraron en la charla, hasta los milagros del Bienaventurado Alfonso María de Ligorio…
Había que ver con cuanto interés escuchaba mi breve relato del bien que hacían nuestros misioneros.
No olvidé contarle lo que recién me habías escrito: “En este momento los dos jóvenes misioneros de la Sociedad hacen maravillas, etc… Uno de ellos, Santísimo Padre, no tiene aún la edad para ser sacerdote [ed. Hippolyte Guibert]; fue ordenado en agosto, con dispensa de 16 meses que su Santidad se dignó concedernos; y sin embargo, Dios a través de ellos, ha convertido a algunos protestantes, etc.…”
El entusiasmo de Eugenio era evidentemente contagioso y convincente, según vemos por la reacción del Papa:
“Estarían conmovidos, mi querido amigo, de ver, mientras le hablaba al Santo Padre, elevar los ojos al cielo, unir las manos e inclinar su cabeza, lleno de agradecimiento y dando gracias a Dios con todo su corazón.“
Carta a Henri Tempier, Diciembre 22, 1825, EO VI núm. 213
“Los hombres logran reales milagros al usar el valor y la inteligencia recibida de Dios.” Jean Anouilh