Nueve días después de la audiencia con el Papa, Eugenio continuaba reflexionando en las bendiciones de Dios. Sin embargo, quedaba por delante mucho trabajo antes de que la aprobación fuera oficial.
Pienso que deben estar satisfechos de mi último informe y desde luego hay motivos para ello. Preparen ahora despacio el camino de las operaciones futuras, pues hay que recordar las palabras de San Ignacio, que en los asuntos hay que actuar como si el éxito dependiera de nuestra habilidad y poner en Dios toda la confianza, como si nuestras acciones no debieran producir nada. Confieso sin embargo, que según todo lo ocurrido hasta hoy, sólo cuento con la ayuda de Dios, y si actúo, es por no tentar a Dios. No tengo que decirles más.
Es necesario meditar un poco sobre la Providencia y agradecer a Dios. Cuando reflexiono sobre ello, encuentro todo en las respuestas que me ha dado el Soberano Pontífice…
Carta a Henri Tempier, Diciembre 28, 1825, EO VI núm. 214
Su actitud al pedir como si todo dependiera de Dios y trabajar como si todo dependiera de él, era una característica de Eugenio, quien quería que Dios fuera parte de todo lo que hacía.
“El optimismo es la fe que lleva al logro. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza.” Helen Keller