La experiencia crucial del Viernes Santo estuvo marcada por lágrimas que fueron incontrolables. Nosotros nos encontramos con fenómenos de este tipo en varios momentos religiosos importantes en la vida de Eugenio (a menudo mientras celebraba la Eucaristía). Ellas eran signo de una profunda experiencia de Dios.
¿Puedo olvidar aquellas lágrimas amargas que la vista de la Cruz hizo brotar de mis ojos un Viernes Santo?
¡Ay! salían del corazón y nada pudo detener su curso, eran demasiado abundantes para que pudiera ocultarlas a quienes como yo asistían a aquella ceremonia emocionante
Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n.130