Ya sabe que desde que estoy en Roma ofrezco el santo sacrificio por el éxito de nuestra obra; no me presento ni una vez ante el santísimo sacramento sin hablar de ella a Nuestro Señor, ni invoco a un santo sin rogarle ser nuestro intercesor; hago incluso, aunque bastante mal, ciertas oraciones con este fin, como las letanías de los santos y otras parecidas. No descuido tampoco ninguno de los medios que la prudencia humana sugiera, ni ahorro esfuerzos ni doy descanso a mi espíritu para seguir los designios de la divina Providencia.
Hasta hoy todo ha rebasado nuestras esperanzas. Dios ha permitido, sin embargo, ciertas alarmas e inquietudes, pero no ha perdido nuestra confianza; al contrario, en los momentos difíciles la oración tenía un aire de mayor ternura, y me atrevo a decir casi de familiaridad, como entre un niño y su padre.
Carta a Henri Tempier, Enero 20, 1826, EO VII núm. 219
“La confianza y el abandono como el de un niño, creo, es el espíritu que define a un auténtico discípulo.” Brennan Manning