Después de la comida, fui a hacer el recorrido de San Pablo extramuros. !Qué dolor ver una basílica tan hermosa consumida por el fuego!…
La iglesia, que conmemora el lugar donde fue enterrado Pablo, había sido destruida parcialmente en un incendio. Casi treinta años después, Eugenio presenció cuando el Papa re-dedicó la basílica restaurada. Su nombre se encuentra en una placa conmemorativa en el santuario.
Se conserva todavía en una de las capillas laterales que no fue destruida por el fuego, el crucifijo milagroso que, dicen, habló a Santa Brígida. Me mostraron en esa misma capilla las esposas de San Pablo. Son simplemente un trozo de cadena parecido a las de nuestras maletas.
Diario en Roma, Enero 29, 1826, EO XVII
En este comentario vemos cómo Eugenio siempre mantuvo un perfil bajo acerca de las experiencias religiosas extraordinarias y cauteloso acerca de los objetos de devoción de origen dudoso.
“Cualquier reliquia de los fallecidos es preciosa, de haber tenido una vida valiosa.” Emily Bronte