Durante su estancia en Roma, Eugenio seguía siendo el Vicario General principal de Marsella. Tempier le había informado de algunas protestas realizadas por doce sacerdotes en contra de una decisión del Obispo de Marsella. Reproduzco este extracto, pues nos da una idea de algunas de las dificultades que encontraban el Obispo y Eugenio al corregir los excesos que habían crecido después de la Revolución en Marsella, al no contar con obispo por 21 años. Eugenio sufría mucho al tener que ser el verdugo en tales situaciones.
…¡Un Vicario General suscribiendo una protesta contra una decisión de su Obispo! (Fortuné) Es una monstruosidad increíble, a menos que no se conociera al personaje. Esa reclamación pareció algo tan extraño, que no se dudó en decir que todos los firmantes merecerían perder su puesto. Monseñor se comportó como un digno obispo. Pero habría que hacer saber de una vez a esos señores, que el Obispo, siempre dispuesto a escuchar las observaciones individuales que se crea conveniente hacerle, no aceptará jamás peticiones colectivas, que considere contrarias a las reglas de la disciplina. ¡Caramba, qué clero este de Marsella! le cuesta mucho renunciar a las formas democráticas y al sistema republicano adoptado cuando florecía la anarquía. ¡Dios nos libre, si se flaqueara con él! Vaya al seminario y haga se inspiren otros sentimientos en los alumnos… ¿Es necesario condenar al obispo por los abusos que está obligado en conciencia a reformar?
Sin embargo, Eugenio se da cuenta de que a pesar de sus fuertes expresiones en privado, necesita manejar la situación con diplomacia.
¡Sería imposible mostrarles demasiado descontento por el levantamiento que han hecho!
La forma de manejar la situación era visitar a los sacerdotes.
¡Oh, qué necesaria será la visita! Se está haciendo en estos días en Roma y ciertamente los obispos que la realizan en nombre del Papa, miran todo de cerca y nada se les escapa. Estoy viendo que de mi largo viaje, en vez de descansar por algún tiempo con las amistades, necesitaré tomar inmediatamente las armas para defendernos de las invasiones del presbiterianismo; por lo demás, está comprobado que cualquier concesión con miras pacíficas tendería a destruir los principios, ya que esos hombres no tienen ni mucha generosidad ni agradecimiento por los actos de bondad, ni toman en cuenta las atenciones que con demasiada frecuencia se han tenido con ellos.
Carta a Henri Tempier, Marzo 9, 1826, EO VII núm. 229
“La disciplina es el puente entre los objetivos y el logro.” Jim Rohn