El paso final en el proceso para la aprobación fue presentar el breve, documento firmado por el Papa. Eugenio esperaba poder recibirlo antes de la Pascua, pero había caído en manos de un burocrático monseñor mezquino, que evitaba el avance del caso. La frustración de Eugenio es evidente, al escribir molesto a Tempier:
Falta el breve, cuya minuta descansa soporíficamente en la mesa de Mons. Capaccini, a quien no logro mover ni de viva voz ni por escrito…
Es una desgracia que la firma del breve me retrase incluso tal vez hasta después de Pascua. Mientras tanto, no paro de hacer visitas inútiles que me cansan el espíritu y el cuerpo; porque si este bendito Monseñor Capaccini hubiera llevado su minuta a casa de Mons. Marchetti, dentro de la semana, se pasaría en limpio estos días, y el Papa lo firmaría mañana…
… Hay que resignarse, querido; decididamente Mons. Capaccini no quiere moverse: subí ayer a su tercer piso sin ningún resultado, su doméstico me aconsejó volver esta mañana a las siete; a esa hora toqué su campana, pero el criado, en aprietos, me dijo que su señor había salido a la audiencia del Papa y no era verdad. Se da usted cuenta de lo que esto significa, cuando, diciéndome ayer que volviera esta mañana, encontré preparada esta respuesta. Este Mons. Capaccini es un prelado de mantellone, es decir, de segundo orden, un hombre improvisado que se hace valer porque se le emplea en muchas cosas. Como el cardenal Albani, secretario de los breves, está encargado de otro asunto, su sustituto, Mons. Capaccini, trabaja con el Papa y aparentemente tiene otros asuntos, por lo que ha descuidado voluntariamente el nuestro, sin preocuparse del daño que nos produce.
No menciono todas las otras diligencias que hice ya esta mañana, y las que haré todavía ahora, antes de mi triste comida…
… Ya está de nuevo en marcha el asunto, pero la Semana Santa está demasiado cerca para poder pensar sea terminado antes de Pascua. Sería muy feliz si el Papa pudiera firmarlo antes de esa época, porque siempre temo que él caiga enfermo, y cuando el Santo Padre tiene que guardar cama, pueden ser dos o tres meses.
Carta a Henri Tempier, Marzo 16, 1826, EO VII núm. 230
“Para el burócrata, el mundo es sólo un objeto que puede manipular.” Karl Marx