A Eugenio le encantaba asistir a las liturgias en Roma, y en su diario anota muchos detalles de ellas – en especial las del Papa. Normalmente trataba de situarse tan al frente como le fuera posible. El Domingo de Ramos se encontraba contrariado, debido a los muchos turistas que había.
Domingo de Ramos: Fui a las nueve a la capilla Sixtina. Con dificultad logré llegar al recinto; todo estaba repleto; me abrí camino entre la gente y el ujier me invitó a pasar al recinto privilegiado al que sólo acceden demasiados extranjeros que lo obstruyen, sobre todo ingleses que se comportan mal. Podrían dejar de darles el placer de ese espectáculo, pues sólo eso son para ellos nuestras santas ceremonias.
Diario en Roma, Marzo 19, 1826, EO XVII
Para Eugenio la liturgia siempre debía celebrarse con respeto, siendo intolerante cuando no era así, y cuando la gente no apreciaba su belleza e importancia.
“La liturgia es la cúspide hacia la que se dirigen las actividades de la Iglesia; igualmente, es la fuente de donde fluye todo su poder.” Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia