En forma poética, Eugenio nos invita a re-leer los eventos desde la perspectiva de Dios:
Normalmente, la misma suerte nos esperaba. Pero la divina Providencia, que desde nuestra cuna nos ha rodeado de un cuidado especial y nos ha protegido a la sombra de sus alas, ha dirigido nuestros pasos y bondadosamente ha apartado los dardos de nuestros adversarios, y finalmente nos ha inspirado a confiar al Padre de todos los cristianos la preocupación por nuestra existencia, el celo que nos inspira a promover la gloria de Dios y la salvación de las almas, el deseo continuo de nuestra propia perfección, en una palabra, la suerte de nuestra pobre Sociedad naciente. La divina Providencia dispuso todas las cosas con fuerza y a la vez con gran suavidad, de forma que, desde la primera audiencia con el Santo Padre, pudimos presagiar el más favorable resultado.
Carta a todos los Oblatos, Marzo 25, 1826, EO VII núm. 232
Hoy en día, cada unidad Oblata podría hacer eco a los mismos sentimientos. Nuestros primeros misioneros – y cada uno de los Oblatos desde entonces – fueron enviados a lugares en los que pareciera haber “puertas cerradas” y obstáculos insorteables. Sin embargo, el Dios que nos ha amado desde nuestro inicio hace doscientos años, ha cuidado, protegido y guiado nuestros esfuerzos – y continúa haciéndolo. Todos los miembros de la familia Mazenodiana somos invitados a re-leer nuestra historia y a reconocer la presencia de Dios detrás de cada suceso.
“Aprende a estar en contacto con el silencio dentro de ti y sabe que todo en la vida tiene un propósito. No existen los errores, no hay coincidencias, todos los eventos son bendiciones que recibimos para aprender de ellos.” Elisabeth Kubler-Ross