ESTOY MUY FAMILIARIZADO CON TODOS ESTOS HECHOS DE LA PERSECUSIÓN DE LA IGLESIA

Antes de que Eugenio pudiera volver de Roma, debía terminar varias formalidades con el Vaticano. Mientras esperaba, ocupó su tiempo en varias tareas, que describe en su  diario. Una de ellas fue leer el manuscrito del relato del Cardenal Pacca del encarcelamiento del Papa en Fontainebleau, París, a cargo de Napoleón.

He comido con el cardenal Pacca, quien me prestó el primer volumen manuscrito por él del relato de los acontecimientos de los que fue testigo. Es un trabajo notable por la imparcialidad con que fue escrito; narra hechos muy interesantes.

Diario en Roma, Marzo 31, 1826, EO XVII

 Eugenio recuerda cómo había sido parte de dichos eventos, como seminarista y  sacerdote recién ordenado en San Sulpicio. Más que ser un mero testigo, participó activamente con los Sulpicianos en ayudar a los cardenales y al Papa durante ese período – poniendo en peligro su vida en el proceso. Siendo testigo de la persecución, los eventos explican la sensibilidad a lo largo de su vida por el sufrimiento de la Iglesia y su apego particular hacia la persona del Papa.

Al volver Eugenio a Aix en 1812, el Papa seguía prisionero, como lo narra:

Al momento del acontecimiento en Fontainebleau, me encontraba moribundo por la epidemia que los prisioneros austríacos me habían contagiado al asistirlos en  Aix. Por eso hasta hoy sólo tenía un conocimiento imperfecto de esos hechos. Me equivoco por un año; fue el año siguiente [1814] cuando padecí la enfermedad de las cárceles.

Diario en Roma, Abril 1°, 1826, EO XVII

 

“Estar bien con Dios a menudo ha significado estar en problemas con la gente.”   A. W. Tozer

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