DIOS TIENE CONSIDERACIÓN DE NUESTRA DEBILIDAD, CONDUCIÉNDONOS SUAVEMENTE  HACIA SUS FINES

De vuelta a Francia lentamente en diligencia, Eugenio escribió a su familia Oblata desde Milán, donde pudo rezar en la tumba del santo patrón de la familia de Mazenod, San Carlos Borromeo.

Reservé mi lugar para el jueves por la mañana y estaré en Turín el viernes por la tarde o a más tardar el sábado por la mañana. Mi primer tarea será ir de prisa al correo a buscar las cartas que ha debido enviarme y que estoy impaciente por recibir, pues hace mucho que no tengo noticias de la familia. Espero que todos estén bien. No deje de informar a mi madre y a mi hermana del avance de mi viaje. De verdad, ya es hora de volverlos a ver. No me atrevo a decirme cuánto hace que estoy lejos de todos ustedes. Si lo hubiese considerado antes de salir, me habría costado mucho emprender un viaje tan largo. 
De haber tomado sólo en consideración la parte humana y si hubiera sabido de las largas dificultades que habría de encontrar en Roma, nunca habría encontrado el valor para realizar la tarea. Sin embargo, Dios le guió paso a paso y Eugenio logró lo que era necesario.
Dios tiene consideración de nuestra debilidad, conduciéndonos suavemente hacia sus fines.… 

Hace eco a la experiencia de San Pablo:” “Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza.” (2 Corintios 12:9)

 Por lo demás, la dicha de abrazar contra mi corazón a mis amigos, mis hermanos y mis hijos, lo es todo para mí. Les abrazo a todos; abrazo a mi tío, a mi madre, a mi hermana y a sus hijos. Esta mañana pensé en todos ustedes ante San Carlos, y volveré en seguida. No estamos ya tan lejos como cuando estaba en Roma. Adiós

Carta a Henri Tempier, Mayo 14, 1826, EO VII núm. 240

 

“La oración no es una petición. Es una nostalgia del alma. Es la aceptación diaria de la propia debilidad. En la oración es mejor tener un corazón sin palabras, que tener palabras sin corazón.”   Mahatma Gandhi

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