SI HUBIERA MUERTO EL PASADO MARZO, CUANDO LA ENFERMEDAD ME LLEVÓ AL UMBRAL DE LA TUMBA, NO PODRÍA CONTAR MÁS PARA NADA

En el tercer día de su retiro, basado en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, Eugenio es invitado a meditar sobre la muerte. Así lo hizo, recordando en un modo vívido como estuvo cerca de morir al comienzo del año. Su fértil imaginación le llevó más allá, de tal modo que describe, vívida y exageradamente, todo lo que habría pasado después de su muerte. Todo le conduce a la conclusión de que todo es vanidad si no es por Dios.

Si hubiera muerto en marzo pasado cuando la enfermedad me llevó a las puertas de la tumba, yo no contaría ya para nada.
Ni uno solo de esos hombres que me hablan, que me muestran estima y hasta afecto, ni uno solo pensaría en mí. Aun entre mis más íntimos, para que profiriesen de nuevo mi nombre, haría falta que un suceso externo les trajera a la mente la idea de mi existencia. Y estamos en diciembre, es decir, solo a los nueve meses de que hubiera dejado de existir… Oh, no hacía falta tanto para borrar hasta la menor huella de mi existencia. Al tercer día de mi entierro, y acaso digo demasiado, habría sido olvidado. Hubiese sido ya el día mismo a no ser por el interés extraordinario que mi enfermedad había inspirado al público; a causa de esa memorable circunstancia digo al tercer día. Habrían hecho locuras el día de mi entierro y, mientras ni yo mismo sé lo que hubiese sido de mi alma, habrían considerado mi cuerpo como el de un santo, pero pronto la podredumbre y los gusanos harían justicia a este montón de lodo, instrumento de tantos pecados, y aun antes de que éste hubiese sido enteramente roído por los gusanos, y de que la horrible hediondez salida de esa cloaca abominable se hubiese extinguido, ya se habría bailado sobre mi tumba.
Pues bien ¿qué me dice el corazón ante estas reflexiones justas e indudables? ¿Soporta la idea de ese olvido general, se hace al pensamiento de que aquellos a quienes más quiere lo olvidarán como los demás, con pocos días de diferencia? Sí, sí, corazón demasiado sensible, demasiado amante, serás completamente olvidado por aquellos mismos a quienes amas tan tiernamente. Esto es cierto.

Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n. 130

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