Después de la muerte del Padre Marcou, Eugenio contactó a todos los Oblatos para recordarles de su obligación como comunidad, de pedir por el descanso en paz de su hermano difunto.
Algún día les daré mayores detalles. Además de la misa de réquiem en todas nuestras casas, deberán celebrar cinco misas cada uno por nuestro santo difunto y ofrecer el oficio de los difuntos, todas las indulgencias y buenas obras, durante ocho días. Ocúpese del cumplimiento de todos estos deberes…
El fuerte sentido de comunidad de Eugenio se muestra en la convicción de que nuestros Oblatos difuntos siguen siendo parte de nuestras comunidades, a través de su intercesión y ejemplo
Nos resultará difícil reemplazarle; por lo demás, le invoco en nuestras necesidades y me complace saber que obtuve una gracia solicitada por su intercesión.
Carta a Jean Baptiste Honorat, Agosto 21, 1826, EO VII núm. 251
Hoy en día, este espíritu y obligación sigue vigente en nuestra Regla de Vida:
Conservaremos vivo el recuerdo de nuestros difuntos, y no nos olvidaremos de rezar por ellos, ofreciendo fielmente los sufragios prescritos (cf. Anexo). Constitución 43, CC&RR
El Apéndice incluye lo siguiente:
Sufragios por nuestros difuntos
- Cuando fallezca un Oblato, se avisará inmediatamente al Superior general; éste, a su vez, informará a toda la Congregación para que se recuerde al difunto en la oración comunitaria y personal, y en la celebración de la Eucaristía.
- Cada sacerdote oblato celebrará una misa y cada Hermano participará en una misa por el Superior general difunto, por un antiguo Superior general, e igualmente por todo miembro fallecido, incluso novicio, de la Provincia a que pertenece. Se recomienda cumplir este deber en una celebración comunitaria.
- Una vez al mes, cada sacerdote celebrará una misa y cada Hermano participará en una misa por todos los difuntos de la Congregación.
“No existe la muerte, hija. La gente muere solo cuando les olvidamos,’ me explicó mi madre poco antes de dejarme. ‘Si puedes recordarme, estaré siempre contigo.” Isabel Allende, Eva Luna