Después de la muerte de Jacques Marcou, Eugenio escribió: “Lloro a un hermano tan precioso para nuestra Sociedad.” Doce años después, Eugenio recuerda en su diario la muerte y el significado para él de la vida del joven.
Misa por nuestro siempre querido padre Marcou, muerto en St-Just, en esta fecha. Desearía tener tiempo para recordar las virtudes de ese excelente padre, pero tengo demasiada prisa. Fue uno de los siete primeros que formaron la congregación de la juventud cuando el Señor me inspiró la idea de fundarla en Aix en 1813. Su ardiente celo, desarrollado desde su primera comunión, me hizo elegirlo como celador de aquel pequeño y selecto grupo. Siempre dio un ejemplo constante de fidelidad escrupulosa al reglamento que yo había dado a la congregación, y que él por su cargo, debía hacer observar a los demás. Al aumentar el número de congregantes, ejerció a conciencia la vigilancia prescrita a los celadores, y el ardor de su alma comunicaba a sus compañeros un gran amor por la congregación donde aprendían a ser virtuosos.
Diario del 20 de agosto de 1838, E.O. XIX
“No hice nada para merecer el amor de Dios; de hecho, vivía como huérfano, sin esperanza. Aun así, Dios eligió buscar una relación conmigo, y a través de la muerte de Su Hijo Jesucristo, fui adoptado por la familia de Dios.” Steven Curtis Chapman