EL AMOR POR DIOS Y EL PRÓJIMO LE LLEVARON A HACER MARAVILLAS

En el aniversario del fallecimiento del P. Marcou, Eugenio evoca el recuerdo de su ministerio sacerdotal

Apenas ordenado sacerdote, lo dedicaron a las misiones en las que su amor por Dios y el prójimo le llevaron a hacer maravillas, y también debo decirlo, imprudencias. Se agotó pronto debido al intenso trabajo en la diócesis de Nîmes, donde mi vigilancia no podía moderar su celo, que era animado más que contenido por el ejemplo del superior que yo le había asignado, cuya prudencia, no obstante, iguala su piedad y talento. Pero al ver el estado deplorable de esos pobres católicos, expuestos a todas las seducciones del protestantismo, y las bendiciones que el Señor derramaba sobre su ministerio, fueron llevados más allá de los límites de la moderación.  Su trabajo fue en verdad excesivo y la salud del P. Marcou se resintió. Para mayor desgracia, el descuido de los enfermeros del seminario de Nîmes, adonde fue para que lo curaran, determinó su muerte. Lo envenenaron dándole una  poción de leche y ese accidente le empeoró hasta el punto de hacerlo incurable.

Diario del 20 de Agosto de 1838, E.O. XIX

 

En el Diccionario Histórico Oblato encontramos más detalles:

El P. Courtès escribió una breve nota sobre el P. Marcou. Completa esos pocos detalles sobre la vida y la enfermedad del Padre. “No tenía, escribe, más que recursos ordinarios, pero lleno de humildad y abnegación, era capaz de prestar los mayores servicios. Desempeñó, con un espíritu muy edificante de regularidad y de obediencia, las funciones que estábamos obligados a cumplir en el hospital general de Aix. Asistió a varias misiones… El P.Marcou no había hecho estudios muy extensos, pero tenía la elocuencia del corazón. Deseando ser útil a la Iglesia y a nosotros, se agotó en un retiro que dio en Nîmes, y la expectoración de sangre que le sobrevino, complicada con  irritación estomacal causada por una especie de envenenamiento involuntario porque alguien le había servido una poción en la que había cardenillo, lo condujo a la tumba…”Yvon Beaudoin, “Marcou, Jacques Joseph” en el Diccionario Histórico

 

“Nunca permitas que tu celo sobrepase a tu caridad. El primero es solo humano, mientras que el segundo es divino.”   Hosea Ballou

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