Habiendo escrito para tratar de ayudar a Nicolas Riccardi a recuperar algo de claridad sobre su vocación Oblata, Eugenio le escribe a Tempier para contarle al respecto. Se queja acerca de la gente que tiene tantos ideales conflictivos que evitan tomar decisiones claras. Utilizando la imagen de la ropa multicolor de la gente de una de las ciudades italianas, reflexiona en la falta de perseverancia en las vocaciones religiosas en general.
Escribí una larga carta a Riccardi y se la envío a usted, pues deseo la haga copiar antes de entregársela. Creo útil que se sepa en adelante lo que pienso de estos arlequines cuya alma es tan extraña como los trajes de estos honestos ciudadanos de Bérgamo. No se extrañe de tantos defectos. Eran innumerables en tiempos del Beato Alfonso en su Congregación, y después de su muerte todo llegó tan lejos, que muchos individuos ingresaban en la Sociedad para ser ordenados sin patrimonio, y en cuanto se hacían sacerdotes decían adiós a la compañía. Fue necesario tomar la precaución de hacer firmar un escrito por el que se obligaban, en caso de dejar la Sociedad antes de 10 años, a sufragar los gastos que ésta había hecho. Entre los lazaristas, un buen día ocho estudiantes, que habiendo hecho votos y cursando filosofía y teología, se pusieron de acuerdo para hacerse dominicos. El caso causaba tal vez menos daño entre ellos, pues eran muy numerosos, pero el infortunio no les afectaba menos que a nosotros. Y ¿quién podría contar las secularizaciones y aun las apostasías de las órdenes religiosas? Pobre especie humana ¡qué pocos hombres hay en tu seno!
Carta a Henri Tempier, Febrero 18, 1826, EO VII núm. 226
“La permanencia, la perseverancia y la persistencia a pesar de todos los obstáculos, desilusiones e imposibilidades, son lo que entre todas las cosas, distingue al alma fuerte de la débil” Thomas Carlyle