Antes de que los candidatos a la vida Oblata se comprometieran, debían hacer un año intenso de oración y reflexión, llamado noviciado. El comportamiento de Nicolas Riccardi y algunos otros habían llevado a Eugenio a preguntarse qué tan bien se dirigía el noviciado. Escribiendo al Oblato responsable de los novicios, Eugenio reflexionaba al respecto.
[Los novicios] no tienen todavía el espíritu de la sociedad; hay que moldearlos en la obediencia, en la abnegación de sí mismos, en el amor a la pobrera y en muchas otras virtudes desconocidas en los seminarios donde han vivido hasta hoy. La esperanza de la Sociedad se basa en el buen uso del tiempo del noviciado. No dudo en sacrificar todo por esta primera necesidad de la Compañía;
En la casa de Aix había solo algunos jóvenes candidatos estudiantes
tanto peor para los escolares en formación; siento que será más lento su progreso; que vayan a instruirse a otra parte si quieren ir más de prisa. Los recibiremos de nuevo cuando hayan aprendido lo necesario para entrar al noviciado. Termino recomendándote no hacer lo que dices te va a ocasionar cansancio, aun cuando sufran por ello los escolares; y no debes contar por mucho tiempo ni con Riccardi ni con Reynier, a quienes no dejaré salir del noviciado hasta que estén verdaderamente formados en el espíritu religioso
Carta a Hippolyte Courtès, Febrero 2, 1826, EO VII núm. 222
Hoy en día nuestra Regla de Vida continúa acentuando la importancia del noviciado:
“El noviciado, período de iniciación del candidato en la vida religiosa oblata, está orientado hacia un compromiso público en la Congregación… Bajo la guía del Maestro de novicios, los aspirantes se aplican a captar el sentido de la vida consagrada. Así pueden discernir más claramente el llamamiento del Señor y disponerse, en clima de oración, a responder al mismo.” CC&RR, Constitución 55
“La educación no es llenar un balde, sino iniciar una llama.” William Butler Yeats