Cuando contemplas la meditaciones del retiro de Eugenio, uno está tentado a pensar que él tenía una preocupación morbosa con el pecado y el castigo. En estos retiros sigue las meditaciones sugeridas por san Ignacio, las cuales están centradas, en la primera semana, sobre el pecado y todos los obstáculos que impiden a la persona llegar al fin para el cual Dios la ha creado. Encuentro muy significativo que en el día en el que la persona que realiza el retiro es invitada a meditar sobre el infierno y todos sus castigos en un modo muy gráfico, Eugenio sólo escribe el título en sus notas y deja el resto en blanco. Presumiblemente no habría realizado estas meditaciones. Él habla sobre esta repugnancia, tres años antes, en su retiro justo antes de su ordenación sacerdotal, cuando llegó a la sección del infierno, y era incapaz de ir muy lejos. Era el amor de Dios por él y no el miedo lo que era la fuerza que le motivaba en su vida. Escribió:
Sobre el infierno. No, no estoy en condiciones de poder gustar y aprovechar de las grandes verdades, que deberían trastornar un alma que ha cometido tantos pecados. Como he observado antes, la muerte, el juicio, el infierno no son un alimento que convenga a mi situación presente. Espero estar en gracia de Dios, y ciertamente tengo que creerlo, ya que me acerco al momento, ya que consiento me imponga las manos, de acuerdo con la opinión de mi padre espiritual. El alma, por grande que sea, no es susceptible de abarcar tantos objetos diversos, o por lo menos no pueden al mismo tiempo producir una impresión igual sobre ella.
Preocupada en este momento por las grandes maravillas que el poder todopoderoso de Dios va a obrar en ella, movida casi exclusivamente por unos sentimientos de amor, con extrema repugnancia se distrae de esa dulce ocupación para dedicarse al temor, al terror, etc. Así que sería en vano que quisiera colocarla en el fondo del infierno, en la tenebrosa cárcel que la justicia divina le había preparado; por mucho que la rodeara de betún, de azufre, de fuego devorador, de gusano roedor, de demonios de toda especie, etc; pronto me veía obligado a ir a recogerla a los pies de los altares, junto a la inocente Víctima que dentro de unos días va a inmolarse por la remisión de sus pecados, etc.
Ahí tienes ese lugar horrible, le decía, en el que las almas de los reprobados odian a Dios y no dejan de maldecirlo, etc; no está hecho para mí, me contestaba, ya que amo, a ese Dios bueno, a ese Dios misericordioso, más que a mi mismo, ya que quisiera morir mil veces antes que ofenderle, ya que le consagro mi vida, y todo cuanto soy, que solo quiero dedicarme y consumirme a su servicio.
Porqué emplear en la compañía de los demonios el poco tiempo que me queda para hablar con mi Maestro que va a ponerse bajo mi poder?; es su voz la que quiero oír, son sus órdenes, sus inspiraciones las que quiero escuchar, es de su amor de lo que quiero alimentarme. Ya no entiendo el, lenguaje de la tierra; solo el amor actúa poderosamente en mí. Tengo que preparar una morada para mi amado; es el amor el que debe hacer todos los gastos.
Por lo demás, nunca la idea del infierno me ha sido necesaria para llevarme a Dios, nunca he podido decidirme a considerarlo en mis actos de contrición. Cuando desconocía a mi Dios, no me retenía el temor del infierno; ahora que he vuelto a él por otro camino que no es el temor al infierno, aunque no hubiera infierno quisiera amar a mi Dios y servirle toda mi vida.
Notas de retiro, diciembre 1811, E.O. XIV n. 95
AL FIN…. ERA CASI UN AÑO QUE BUSCABA ESTE TEXTO… gracias… otra prueba más de la utilidad de este servicio…
Gracias Frank