Estando agradecido por la herencia recibida por los Oblatos de la propiedad de la Sra. de Grimaldi, Eugenio hace notar que sus herederos podían haber impedido el legado.
Sin embargo, es esencial notar que la benefactora no debería haber obrado así, pues sin duda un heredero poco delicado, hubiera podido, según las leyes vigentes, apropiarse del legado. No creo que el Sr. Alejandro de Panisse [ed. su pariente] sea capaz de tal bajeza, pero podría ser que no todos los herederos fueran como él
Luego hace referencia a otra benefactora opulenta, sin dar su nombre, que se encontraba enferma y reflexiona en cómo hacer para que sus herederos supieran sus intenciones respecto a las necesidades de los misioneros Oblatos
Por ejemplo, si Dios inspirara a esa señora inválida a dejar algo como legado a quienes tanto estima, tendría que cuidar de no cometer ese error; pero ¿cómo sugerirlo? No sé. Por caridad para nuestra obra, la Sra. de R. podría sacrificarse e ir más a menudo a verla. Se podría presentar la ocasión de sugerir algo. ¡Quién sabe! Tal vez se podrá en un momento conveniente abordar francamente el tema, hablando del porvenir y del problema de proveer a las necesidades de tantas personas ricas en virtudes, pero desprovistas de todos los bienes de la tierra.
Carta a Hippolyte Courtès, Octubre 10, 1826, EO VII núm. 256
Actualmente la situación no ha cambiado, pues los misioneros Oblatos pueden continuar el ministerio solo a través de la generosidad de nuestros benefactores y asociados en todo el mundo.
“La Providencia tiene su hora asignada para todo. No podemos exigir los resultados, sólo podemos luchar por ellos.” Mahatma Gandhi