Consciente de la responsabilidad que va de la mano con su vocación y buscando la perfección en la vida religiosa, Eugenio me invita a examinar mi comportamiento y evaluar si mi ministerio tiene como objetivo la salvación de los demás en forma efectiva. ¿Cuando hago algo por los demás, de quién busco la aprobación?
Hay una consideración que no debo olvidar, y es la obligación indispensable de buscar la perfección. Esta consideración me llevará a reconocer muchos pecados de omisión, pues la vocación apostólica obliga a la santidad, quiero decir, la que me compromete a trabajar sin tregua en la santificación de las almas con los medios empleados por los Apóstoles.
Fuimos fundados especialmente para convertir a las almas, y Dios nos ha mostrado desde hace muchos años que anunciamos Su misericordia a los pecadores, que sabe obrar milagros a través de nuestro ministerio. Este es el sello de su aprobación.
Examen de consciencia, Octubre 1826, EO XV núm. 157
“No busques aprobación, excepto por la conciencia de dar tu mejor esfuerzo” Andrew Carnegie