Hacía un año que Hippolyte Guibert había sido ordenado sacerdote Oblato y 3 para Jeancard. Ambos estaban a mediados de los veinte años de edad. Eugenio seguía las aventuras misioneras de estos jóvenes con orgullo e interés. Al tiempo de disfrutar de sus éxitos y dificultades, les recuerda la importancia de nunca perder de vista el ideal Oblato generador de vida: “buscar sólo a Dios y a las almas que su Hijo Jesucristo redimió con su sangre.”
Al ir en muchas direcciones diferentes en las actividades cotidianas, Eugenio me invita a identificar lo que mi enfoque real debe ser en cada una de ellas y a realizar mi mayor esfuerzo para mantener siempre ese deseo de generar vida.
Crean, mis queridos amigos, que estoy tan impaciente por escribirles como ustedes pueden estarlo por recibir noticias mías; las recibidas en sus dos cartas me dan la mayor esperanza; las contradicciones que me anuncia el P. Jeancard no me han inquietado, como tampoco han quebrantado su ánimo, que se ha hecho fuerte y verdaderamente digno de un Oblato de María, que cuenta con la protección de esta poderosa Madre y con el auxilio de Dios que nunca deja de obtener para quienes ponen su confianza en ella. El comienzo del éxito comentado del P. Guibert me consoló tanto como a él, pero no me sorprendió. Debían por cierto tomar todas las precauciones que mencionan, por extrañas que sean.
No importa; después de todo y no por ello dejarán de hacer el bien, con tal que nunca pierdan de vista el verdadero espíritu de la Sociedad y que solo busquen a Dios y a las almas que su Hijo Jesucristo redimió con su sangre.
Carta a los Padres Mie, Jeancard y Guibert, Noviembre 21, 1826, EO VII núm. 259
“La clave del éxito es enfocar nuestra mente consciente a las cosas que deseamos y no a las que tememos.” Brian Tracy