Parecía que los misioneros Oblatos deseaban realizar una colecta para los pobres. Aunque a favor del principio, Eugenio hace un comentario respecto a tener precaución en cuanto a la claridad y transparencia. Los benefactores debían tener absolutamente claro que los beneficiarios serían los pobres y no los Oblatos mismos.
No sabemos el antecedente de este consejo ni si había habido algún incidente sobre el particular que involucrara a los Oblatos. Sin embargo, hace alusión a una necesidad humana de ser transparentes en el manejo del dinero y propiedades que no son nuestros. Las intenciones del benefactor deben ser cumplidas escrupulosamente y la transparencia y responsabilidad son esenciales.
¿Qué he de decirles sobre la colecta? Es algo muy delicado, a mi parecer. Nunca me han gustado las colectas, y es raro que no acarreen algún inconveniente. Se preocupa uno mucho, se pierde mucho tiempo y, como puede que no sean tan abundantes como la gente supone, existe la tentación de pensar, y a veces hasta de decir, que se ha recaudado para el propio convento. No les evito hacerlas para los pobres, si las juzgan de gran utilidad, pero en ese caso tomen buenas precauciones para evitar hasta la sombra de sospecha que espíritus malintencionados podrían sembrar entre la gente.
Carta a los Padres Mie, Jeancard y Guibert, Noviembre 21, 1826, EO VII núm. 259
En el 2004 tuvimos un ejemplo de ello, cuando el tsunami arrasó con partes de Asia donde se encuentran los Oblatos. Muchas ONGs y otros grupos recaudaron fondos para ayuda de los sobrevivientes, entre ellos la administración de los Oblatos en Roma. Fue interesante encontrar la generosidad con la que la gente contribuyó a la recaudación de los Oblatos, comentando que tenían la certeza de que el total de sus donativos llegarían a los más necesitados, pues los Oblatos nunca harían cargos administrativos y eran dignos de confianza.
“He aprendido que existe un ciclo virtuoso en la transparencia y uno muy vicioso en la confusión.” Jeff Weiner