Al escribir al P. Courtès, superior de la comunidad de Aix, acerca de Marius Suzanne, Eugenio encuentra la oportunidad para comentar sobre el papel de la comunidad para un Oblato. Cuánto estamos tentados actualmente a solo buscar felicidad fuera de nuestra comunidad (o en nuestra computadora o en la televisión). Es una tentación que encuentran también a las familias…
Vuelvo al tema del P. Suzanne. Te preocupa que se aburra en Aix. Admitirás que es irrazonable, pues creo que debemos encontrar nuestra felicidad en el interior de nuestras casas; sin buscar complacernos en el bullicio exterior y en las relaciones con las personas afuera, debemos lamentarlo en el espíritu de nuestro estado, sentimos contrariados y hacer cuanto dependa de nosotros para librarnos de ello cuanto antes.
Sin embargo, Marsella solo ofrecería al P. Suzanne distracciones de ese tipo, y no puedo creer que las extrañe. La casa de Aix como comunidad brinda todas las ventajas que podemos desear, los sacerdotes ahí son virtuosos y ejemplares, la regularidad se mantiene, se puede hacer mucho bien, la casa es hermosa, la iglesia devota, todos los que la frecuentan son afectos a la Sociedad, y por último, estás tú, pues no está mal considerar como ventaja el encontrarse junto a un hermano veterano que merece en todos los aspectos nuestra confianza y amistad. Es más de lo que se requiere para contentar a un buen religioso. Eso no impide que vuelva a llamarlo a Marsella en cuanto tenga fuerza suficiente para soportar el viaje.
Carta a Hippolyte Courtès, Marzo 8, 1827, EO VII núm. 265
Nuestra Regla de Vida refleja el ideal de Eugenio:
“Nuestras comunidades se distinguen por un espíritu de sencillez y alegría. Compartiendo mutuamente lo que somos y lo que tenemos, hallaremos acogida y apoyo. Cada cual pondrá al servicio de todos sus dones de amistad y los talentos recibidos de Dios. Esta comunicación contribuirá a intensificar nuestra vida espiritual, nuestro desarrollo intelectual y nuestra actividad apostólica.” CC&RR, Constitución 39.