En la época de Eugenio, muchos jóvenes morían de diferentes enfermedades e infecciones. Los Oblatos, siempre guiados más por el celo misionero que por el buen sentido de la salud, estaban propensos a las infecciones respiratorias y enfermedades como la tuberculosis. Eugenio recomienda paciencia a los convalecientes. Hoy en día su consejo sigue siendo pertinente y la invitación de dejar que nuestro espíritu descanse en Dios en el sufrimiento y decaimiento, igual de importante
Dejo a tu consideración, mi querido hijo, cuánto siento tus molestias y penas; pero mi dolor sería mayor aún si creyera que te sientes demasiado afectado por tu estado. Aquí estamos rodeados de jóvenes que han arrojado sangre, no momentáneo y en pequeña cantidad como tú, sino con mucha abundancia y durante quince días seguidos, y no obstante siguen su camino. El diácono Camoin, Rouden y Beaussier están en ese caso; así que te repondrás como ellos, aunque más lentamente y con algunas atenciones extra.
Lo esencial es que tengas paciencia interiormente y que tu espíritu descanse en Dios.
No te olvidé el día de nuestra fiesta; estuve rodeado de toda nuestra familia y sabes que nunca estás ausente de mi corazón…
Carta a Marius Suzanne, Marzo 20, 1827, EO VII núm. 268
De nuestra Regla de Vida:
“Nos mostraremos particularmente solícitos con nuestros hermanos probados, enfermos o ancianos, que tanto contribuyen a la llegada del Reino de Dios. Los rodearemos de todo el afecto que une a los miembros de una misma familia.” CC&RR, Constitución 42