La mayoría no sabemos cómo cerrar nuestras puertas en forma razonable y evaluar las exigencias de nuestro tiempo y energía.
Después del cansancio de una dura misión ¿no es natural que exija que descanses? ¿Y cómo no voy a estar contrariado al ver que te has comprometido a un trabajo arduo, y aún más al verte dispuesto a aceptar más? No hay consideración que valga.
Para ayudarles, Eugenio deseaba que las solicitudes de ministerio llegaran a él, siendo quien les protegiera, si se tratara de demasiada exigencia para los Oblatos.
Hubiera querido que rehusaras todo lo que te proponían y les pidieras que recurriesen a mí. Tienes permiso para el jubileo de los niños, que te cansará más de lo que piensas, pero nada más. Quiero absolutamente que descanses y estudies; hay que saber cerrar la puerta cuando es tiempo de hacerlo.
Carta a Jean Baptiste Honorat, Marzo 13, 1827, EO VII núm. 266
El descanso se refiere al físico, pero también a la necesidad de estudiar y rezar, para tener un regocijo valioso en la predicación. La invitación de nuestra Regla de Vida:
“Por encima de todo, asimilarán en la oración lo que estudian y vivirán lo que aprenden, para hacerse así testigos fidedignos del mensaje que van a predicar.” CC&RR 66c