El 25 de Enero de 1816 está considerado como el primer día de vida comunitaria para los Misioneros, con la llegada de los tres primeros miembros. Eugenio había comprado parte del un convento de Carmelitas, con un acuerdo en el que la vendedora, la señora Gontier, podría continuar usando gran parte del edificio para su internado para chicas. En sus memorias, Eugenio nos dice que ella
…nos dejó limitados a poco más que a las habitaciones que nos había concedido. Para llegar al último piso, el cual servía como biblioteca, teníamos que utilizar una pequeña escalera tendida por la parte de fuera de la casa ; teníamos gran dificultad para apretarnos en esos cuartos. De este modo, dos de nuestro grupo dormían en la habitación que ahora se ha convertido en la biblioteca, mientras yo mismo dormía en el estrecho pasillo que conduce hasta allí.
Como teníamos muy pocos muebles en aquellos primeros días, colocamos una lámpara en el umbral de la puerta que conectaba los dos cuartos y nos servía a los tres a la hora de acostarnos.
El comedor, supuestamente temporal, permaneció pobremente amueblado por mucho tiempo. Nuestra improvisada mesa era, simplemente, una tabla sobre dos barriles, los cuales hacían de patas. La chimenea, donde nosotros cocinábamos, soltaba un humo tan malo que oscurecía la luz del día de la « trinchera » donde nosotros comíamos con gran entusiasmo la precaria porción puesta ante nosotros. Esto convenía mucho más a las disposiciones puestas por Dios en nuestros corazones que las pausadas comidas que mi madre nos habría servido con placer en su casa. No habíamos perdido nada de nuestra alegría ; por el contrario, ya que este estilo de vida contrastaba tan sorprendentemente con el que acababamos de dejar, esto, a menudo, nos provocaba ataques de risa.
“Memorias” citadas por Rambert, “La vida de Monseñor Carlos José Eugenio de Mazenod”, Tomo I, p. 177.
Aqui en la Escuela Oblata de Teología (OST) de San Antonio, Texas, estamos por iniciar un intenso año de preparación para celebrar el bicentenario de nuestra Congregación. Este año será una oportunidad para apreciar con gratitud nuestra historia y nuestros logros, y también para permitir que nuestra historia de vivir el Carisma y el Espíritu de San Eugenio nos impulse aún más a ser creativos y valientes portadores de la luz y la esperanza del evangelio a los que más lo necesitan.
El deseo es que cada miembro de la familia Mazenodiana en el mundo entero al recordar ese 25 de enero del 1816 re-enciendan más profundamente esa chispa que impulsó en aquel entonces a Eugenio a una acción transformadora.