Al tiempo que guiaba el celo de los misioneros Oblatos hacia los más abandonados, Eugenio también debía tratar con los obispos locales para salvaguardar el status y situación de los Oblatos en las diócesis donde servían. Yvon Beaudoin explica la situación en Nimes, donde había un conflicto de intereses: “ Mons. Chaffoy quería que la casa de los Oblatos, para la cual habían colaborado los nimenses por medio de colectas, perteneciera a la diócesis. En 1825, los Oblatos se instalaron en una casa cerca del seminario. En 1826, adquirieron un inmueble con una habitación y dependencias. ” (Nota al calce de EO XIII n. 60)
Me disgusta consentir en disposiciones que hacen peligrar la existencia de nuestra pequeña Sociedad en su diócesis, en la que usted sin embargo ha puesto cierto interés para establecerla, movido por su benevolencia y la esperanza del bien que puede hacer a sus fieles. La propiedad es la más segura garantía de estabilidad; los inquilinos están expuestos a demasiados riesgos; no se acostumbran nunca, considerándose siempre extraños; pueden sentir la tentación de cambiar de lugar ante el menor disgusto o descontento; esa situación es esencialmente nociva para el bien, que no ve futuro ante sí. Parece que todos están de acuerdo en ello, pues ninguna sociedad acepta abrir establecimientos si no se le asegura al menos la propiedad de la casa que debe habitar
Carta al Obispo P.B. de Chaffoy de Nimes, EO XIII núm. 60
Encontraremos en forma regular ejemplos de esta situación durante la vida de Eugenio. Este tipo de conflicto ha estado presente a lo largo de nuestros 200 años de existencia – y continúa hoy en día en algunas partes del mundo.
“La propiedad tiene la intención de servir a la vida, y sin importar cuánto la rodeemos de derechos y respeto, no tiene esencia personal. Es parte de la tierra sobre la que camina el hombre. No es el hombre.” Martin Luther King, Jr.