Una de las preocupaciones constantes de Eugenio era la salud de sus Oblatos. Como misioneros tenían un gran celo, que a menudo los llevaba a desoír el sentido común al tratarse de su bienestar físico. Les recuerda a los superiores de las comunidades acerca de este aspecto.
… Si es así ¿cómo pudiste dejarle emprender una misión? No lo podías hacer en conciencia… Si el P. Albini estaba enfermo ¿por qué no esperar la ayuda que yo te habría enviado? En lo importante, no hay que consultar el deseo propio.
Carta a Jean Baptiste Honorat. Agosto 23, EO VII núm. 275
Cuídate y cuida mucho a todos, pues las enfermedades son la pérdida de la regularidad
Carta a Hippolyte Courtès, Julio 15, 1827, EO VII núm. 272
“Regularidad” no se refiere a estar a tiempo, sino a vivir de acuerdo al espíritu de la Regla Oblata (“regula”). Al escribir a Marius Suzanne, Eugenio se refiere a su propia vida como ejemplo para tener cuidado. El accidente referido fue una caída que hirió ambas piernas.
Hice mal, mi querido P. Suzanne, lo reconozco, en no haber comentado ciertos detalles del accidente en mis piernas. El P. Guigues te lo explicará, yo casi lo he olvidado. Desde entonces otros acontecimientos me han preocupado: el temor de ver morir a nuestro hermano Reynier de una inflamación, la inquietud, la pena y no sé si debo añadir la fatiga, me hace olvidar mis propios sufrimientos, a los cuales, soy siempre menos sensible que a los de los demás.
Carta a Marius Suzanne, Julio 18, 1827, EO VII núm. 273
Sin embargo, el sufrimiento de alguna enfermedad debe ser utilizado como una fuerza positiva que lleve a todos a la santidad – para acercarlos más a Dios, quien sufrió por todos.
Por ello, no negaré que leí con alegría el diarium que me mandaste. Continuándolo, repararás pronto la brecha casi inevitable que una larga convalecencia ocasiona en perjuicio de nuestra alma. Hay que estar muy pendiente para santificarse en las enfermedades. Uno creería lo contrario, pero la experiencia lo prueba.
Carta a Marius Suzanne, Julio 18, 1827, EO VII núm. 273
“La oración es un acto de amor; no son necesarias las palabras. Aun cuando la enfermedad distrae el pensamiento, solo se requiere la voluntad de amar.” Santa Teresa de Ávila