Eugenio estaba consciente de que su prioridad desde que ingresara al seminario, había sido la necesidad de buenos sacerdotes. Nuestra Primer Regla como Misioneros en 1818 reflejaba esta conciencia, y se hizo parte de nuestros objetivos como Oblatos:
Articulo 1. Un fin no menos importante de su Instituto, al que intentarán llegar con tanto celo como al fin principal, es reformar el clero y reparar, en cuanto esté en ellos, el mal que han hecho …
Regla de 1818, Primera Parte, Capítulo Uno. Finalidad del Instituto, §3. Misiones, 78 (1951) p.14-15
En 1826 se modificó la redacción de este artículo en las Reglas aprobadas por la Iglesia, en Roma:
Todos están conscientes de los muchos males que han resultado del deplorable desastre de años recientes, como los males ocasionados por la apostasía de una multitud de sacerdotes, quienes, a pesar del glorioso ejemplo de tantos de sus hermanos, perdieron el fervor de su estado, atrayendo la ruina sobre ellos y muchos otros. Es debido a esta situación, que nuestra Sociedad, con igual celo y perseverancia, toma también como uno de sus propósitos allegar medios especiales de salvación a dichos sacerdotes.
Regla de 1826, Capítulo Uno, §1, Art. 6
La respuesta de Eugenio tenía varios puntos. Tanto él como los Oblatos, estaban comprometidos a estar disponibles a acompañar a los sacerdotes que requerían renovarse, al darles la bienvenida a nuestras comunidades para retiros y dirección. A partir de 1827, la respuesta de los Oblatos también fue de capacitar a los futuros sacerdotes en los seminarios. Como Vicario General de Marsella, se comprometió a las mismas metas para el clero de la diócesis.
“El cambio personal tiene como resultado automático el cambio social.” Ramana Maharshi