ADEMÁS, INTENTARÉ CONFORMARME EN TODO LO QUE HAGA A SU MODO DIVINO.

Eugenio continua meditando sobre Jesús como modelo

Dejando a un lado toda metáfora, yo he sido pecador, gran pecador, y soy sacerdote. Exceptuando el haber mancillado mi cuerpo con las mujeres, desgracia de la que la bondad de Dios me ha preservado como por milagro, he seguido en todo las máximas de un mundo corrompido. El mal ha sido hecho, el bien ¡ay! queda aún por hacer. Lo que he hecho hasta ahora no vale la pena mencionarlo. El público se engaña, estoy muy por debajo de mis obligaciones. Tengo que pagar doble y luego, cuando comparo mi conducta a la de mi modelo, Dios mío ¡ qué lejos estoy todavía! Orgullo, cólera, búsqueda de mí mismo ,etc. ¡Cómo puedo decir: ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí Ga 2, 20!  Aquí no cabe medianía, si quiero parecerme a Jesucristo en su gloria, es preciso que antes me asemeje a él en sus humillaciones y en sus sufrimientos, que me asemeje a Jesús crucificado; tratemos, pues, de conformar en todo mi conducta con ese divino modelo, a fin de poder dirigir a los fieles estas palabras de san Pablo: Por tanto, les ruego que sigan mi ejemplo.1 Co 4, 16). Si estas palabras no se me pueden aplicar, debo renunciar a reinar con Jesucristo en su gloria.

Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n. 130

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