PREPARAR EL TERRENO PARA EL ÉXITO DE LOS DEMÁS

Al inicio del nuevo año, 1828, Eugenio reflexionaba acerca de su situación de estar condenado al monótono trabajo administrativo en Marsella, ya en su quinto año. Al darse cuenta del paso de los años, compartía parte de su depresión con el P. Courtès.

Y luego ¿cómo resignarme a todos los detalles monótonos que ocupan la mitad, y con frecuencia la totalidad de mis jornadas? Querido Courtés, no puedo más, y la muerte se acerca, pues me estoy aproximando a la vejez.

Estaba por cumplir 48 años – ¡que parecía ser una edad avanzada en esa época. Dejándose llevar por una buena dosis de emotividad sureña, relata un sombrío panorama de sus prospectos y habilidades! En consecuencia, encarga a los Oblatos más jóvenes seguir los ideales que les había encomendado.

Cuando quede libre, ya no podré actuar. Mientras tanto, Dios les libre del hombre tan inútil que me he vuelto; ayúdenme ustedes. Que la obra del Señor se cumpla…

Carta a Hippolyte Courtès, Enero 2, 1828, EO VII núm. 289

¡No se imaginaba, en su tristeza, que tendría 33 años más de dinamismo generador de vida por delante, en los que lograría una extraordinaria labor para Dios!

 

“En última instancia, el liderazgo no se trata de actos gloriosos, sino de conservar el enfoque de tu equipo hacia una meta y motivado para dar lo mejor para lograrla, en especial cuando hay mucho en juego y las consecuencias realmente importan. Se trata de preparar el terreno para el éxito de los demás, y después hacerse a un lado y dejarlos brillar.”   Chris Hadfield

Esta entrada ha sido publicada en cartas y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *