Basándose él mismo en la meditación del P. Nepveau, durante su retiro de Ejercicios Espirituales, Eugenio considera que le enseña los primeros años de la vida de Jesús. En su oración diaria sobre el Evangelio, Eugenio quiere imitar siempre los “ejemplos y virtudes de Jesucristo”. Esta meditación ofrece un buen ejemplo de su aproximación:
Después de haber formado en general el propósito de seguir e imitar al Salvador, hay que ver en particular en qué quiere él que le imite y cuáles son los medios que juzga más aptos para reparar la gloria de su Padre, que es el objetivo de su encarnación y al que yo me debí comprometer en la meditación precedente. Es lo que vamos a ver en los ejemplos de su vida oculta. Ahora bien, aunque no haya misterio alguno de la vida del Salvador que no pueda darnos ejemplos de todas las virtudes, parece sin embargo que en cada misterio hay una virtud particular que resplandece.
La humildad aparece especialmente en la encarnación,
la pobreza en el nacimiento,
la mortificación en la circuncisión,
el abandono a la voluntad de su Padre en la huida a Egipto,
la obediencia en la sumisión a María y a José durante los 30 años de su vida oculta.
Estas son las cinco virtudes opuestas a los cinco obstáculos que impiden el restablecimiento de la gloria de Dios y de su Reino en el corazón del hombre, es decir,
al orgullo o deseo excesivo de gloria,
a la avaricia o deseo insaciable de riquezas,
a la sensualidad o amor desordenado de placeres,
a la ambición o excesivo interés por la elevación o la grandeza, y por último,
al espíritu de independencia que hace que se quiera seguir siempre la propia voluntad;
estas son, digo, las cinco virtudes directamente opuestas a estos cinco vicios; ellas serán objeto de las siguientes meditaciones
Notas de retiro, diciembre 1814, E.O. XV n. 130