Philippe Dumolard, de 20 años de edad, se había unido a los Oblatos y logrado una buena impresión en los que le conocían. Cayó gravemente enfermo a los pocos meses de haber ingresado al noviciado.
Nuestro Dumolard nos tiene preocupados. Dudo que pueda recuperarse de este terrible padecimiento, aunque ayer y hoy se encuentra algo mejor. Es realmente una pena. Pidan por este hijo que nunca deja de edificarnos, y quien sin duda, habría sido de gran ayuda a nuestra familia.
Carta a Hippolyte Guibert, Abril 15, 1828, EO VII núm. 298
Al empeorar su condición, se le permitió profesar sus votos y hacer su oblación el 28 de junio. Algunos días después, Eugenio escribió:
El Señor acaba de llamar con Él a nuestro muy querido hermano Felipe Dumolard, quien conservó el conocimiento hasta el último momento, aprovechándolo para aumentar sus méritos. Una de sus últimas oraciones fue dirigida a San José, por todos sus hermanos: «San José —decía— obtén a todos una larga vida».
Por mi parte, solo pido una muerte semejante a la suya. Evidentemente, él fue llamado a nosotros solo para morir en la perfección del estado religioso. Renovó sus votos varias veces esta mañana, la última de su vida mortal. Murió en la más dulce paz del alma, sin experimentar ni un instante el más leve terror, sufriendo con heroica paciencia los horribles dolores de las llagas que le cubrían; es por ello que no temo para él el purgatorio; sin embargo, cumplirán los deberes que les impone la caridad en nuestras santas Reglas.
Como cariñoso padre de la familia, Eugenio sufrió con la muerte de cada uno de sus hijos Oblatos.
Pidan además por mí, que siempre siento estos golpes muy vivamente. Humanamente hablando, sufrimos una gran pérdida; su espíritu era tan bueno como su corazón, pero ¡qué alto estará en el cielo!
Dumolard había llegado a la comunidad celestial de los Oblatos – convirtiéndose en otro punto de contacto para los misioneros con la comunión de los santos y la grandeza del Reino.
Es un intercesor más, un nuevo eslabón de nuestra cadena mística. Adiós
Carta a Hippolyte Courtès, Julio 9, 1828, EO VII núm. 306
Al leer sobre estos sentimientos, somos invitados a pensar en todos nuestros seres queridos que se nos han adelantado y a considerar a cada uno de ellos como alguien que pide por nosotros como «un eslabón de nuestra cadena mística.»
“El Bautismo no es solo un sacramento de nuestra unión con Cristo; es también un sacramento de nuestra comunión como el cuerpo de Cristo.” Michael Horton