La primera comunión de Eugenio, en el Colegio de Nobles en Turín, tuvo una nota concisa en el Diario de su exilio:
Parece que sus maestros, especialmente el P. Scati, quedaron también contentos con su sensatez, pues le permitieron hacer la primera comunión antes de cumplir los diez años. Tuvo esa dicha el jueves santo [5 de abril] de 1792.
Diario del Exilio en Italia, EO XVI pág. 32
Lo breve de la nota no indica la importancia del evento o de la Eucaristía para él, como una de las bases de su espiritualidad. El Obispo Ricard, quien fue seminarista diocesano en Marsella, recordó:
Un Jueves Santo –según recuerdo personalmente – nos encontrábamos en la Catedral de Marsella. El obispo (Eugenio de Mazenod) oficiaba con la gentil dignidad y recogimiento que le hacía afamado entre todos los obispos, sus contemporáneos. De forma imprevista le vimos llorar, y aunque intentaba, no podía ocultarlo. Los seminaristas que rodeaban el trono del Obispo, impactados por la emoción del Obispo, se conmovieron al verlo. Él lo notó, y volteando hacia uno de ellos, quien escribe estas líneas, cuya miopía hacía más obvia su mirada:
“Joven” dijo con esa sencillez que le ganaba corazones, “no te asombres de esa forma – hoy es el aniversario de mi primera comunión.”
Mgr Antoine Ricard : « Monseigneur de Mazenod, évêque de Marseille, fondateur de la Congrégation des Missionnaires Oblats de Marie Immaculée », chapitre II, L’exil, p. 12..“
Cuarenta y siete años después de su primera comunión, alababa a Dios por
“las grandes luces e inspiraciones que Dios ha querido darme desde hace muchos años sobre el admirable sacramento de nuestros altares, como reparación del poco fruto que he obtenido de las impresiones extraordinarias que a menudo me ha dado el Divino Salvador…”
Diario, Marzo 17, 1839, EO XX
En notas posteriores tendremos la oportunidad de analizar más profundamente este aspecto de su espiritualidad. Hoy, este texto puede ser una invitación para recordar nuestra primera comunión, como uno de los pasos en la formación de nuestra espiritualidad personal.
“Un corazón agradecido es el inicio de la grandeza. Es una expresión de humildad. Es la base para desarrollar virtudes como la oración, fe, valor, alegría, felicidad, amor y bienestar.” James E. Faust