Continuando la narración de su tiempo en la escuela en Turín, Eugenio habla acerca de recibir el sacramento de la confirmación.
El tratamiento se prolongó mucho tiempo, tanto que, al llegar la época de la confirmación general, se temía que Eugenio no pudiera asistir. El Sr. cardenal Costa, arzobispo de Turín, tuvo la bondad de proponer darle la confirmación en privado. No fue preciso recurrir a ese favor y se confirmó con todos los demás el día de la Trinidad de 1792, en la iglesita contigua al arzobispado.
Eugenio mostró su piedad todo el tiempo que pasó en el colegio, manifestada en el gusto que siempre mostró por las ceremonias religiosas.
Diario del Exilio en Italia, EO XVI pág. 30
Nuevamente, el breve comentario no deja ver la riqueza detrás del evento. Después de su ordenación episcopal, el Obispo Eugenio celebraba constantemente el sacramento de la confirmación y reflexionaba regularmente sobre su experiencia y su significado. Un ejemplo:
¿Qué necesidad hay de lenguas de fuego para ver, en cierto modo, la presencia del Espíritu Santo? En estas ocasiones su presencia es patente y quedo impregnado de ella hasta el punto de no poder contener mi emoción. Es necesario contenerme para no llorar de alegría y, a pesar de mis esfuerzos, muy a menudo lágrimas involuntarias revelan el sentimiento que me sobrecoge en toda la fuerza de la palabra
Diario, Febrero 18, 1844, EO XXI (aún sin publicación en español)
¿Cuáles son los frutos que mi confirmación ha generado en mi vida?
“Mi espiritualidad y vida Cristiana son guiados por el Espíritu Santo….Ella [la espiritualidad] es vivir la vida cristiana bajo la inspiración del Espíritu Santo a través de los dones que el espíritu que habita dentro produce en nosotros para nuestra santificación personal y nuestra contribución a la vida de la comunidad.” Walter Burghardt, S.J