El valor en la expresión que “el hijo es el padre del hombre” es el principio guía de esta sección de nuestro estudio de la espiritualidad Mazenodiana. Para poder comprender la espiritualidad que hemos recibido a través de San Eugenio, es necesario entender lo que fue primordial en su desarrollo siendo joven.
Después de su estancia en el Colegio de Nobles en Turín, Eugenio de 11 años y su familia habían huido a Venecia, perdiendo muchas de sus propiedades en el proceso. Los tres años y medio que pasó en Venecia tendrían como resultado importantes momentos de formación en su desarrollo personal y espiritual.
El pastor de la parroquia, dándose cuenta de que la familia no podría costear la escuela para Eugenio y consciente del peligro al que el aburrimiento podría llevar al inquieto adolescente, arregló una “situación casual” con un joven sacerdote que vivía al cruzar la calle de la casa de los de Mazenod, el Padre (”Don” en italiano) Bartolo Zinelli. Eugenio nos cuenta la historia:
Un día me entretenía en la ventana que daba a la casa de la familia Zinelli. Don Bartolo apareció enfrente y hablándome dijo: “Señor Eugenio ¿no le da pena perder el tiempo divirtiéndose así en la ventana? –Ay, señor, respondí, es muy a mi pesar, pero ¿qué puedo hacer? Sabe usted que soy extranjero y no tengo ningún libro a mi disposición”. Ahí es donde él quería llegar. “Que por eso no quede, querido hijo, precisamente en mi biblioteca hay muchos libros latinos, italianos e incluso franceses, si usted gusta.
No deseo nada más”, le dije. Al instante Don Bartolo soltó la tabla que sostenía las hojas de la ventana, puso un libro encima y me lo pasó a través de ella. Lo leí con avidez; al día siguiente mi padre me aconsejó ir a devolverlo y dar las gracias a D. Bartolo. Todo esto estaba previsto.
Bartolo me recibió con la mayor bondad; me hizo recorrer su biblioteca, y de ahí pasé a donde estudiaba en torno a una mesa grande con su hermano, D. Pietro, que aún era diácono. “Todos nuestros libros están a su disposición”, me dijo D. Bartolo. Y luego añadió: “Aquí es donde estudiamos mi hermano y yo: ahí era el lugar de otro de mis hermanos a quien el Señor llamó con Él; si desea usted sucederle, no tiene más que decirlo; con mucho gusto le haremos continuar sus clases, que sin duda no ha terminado”. Puede imaginarse mi sorpresa y alegría. “Seré muy feliz, señor, y mi padre consentirá sin problema. –Pues bien, venga desde mañana, vamos a comenzar”…. A partir de entonces, todos los días durante casi cuatro años iba después de la misa con esos maestros benévolos
Diario del Exilio en Italia, EO XVI
El Padre Bartolo sería uno de los formadores más importantes en la vida de Eugenio.
El mirar a Eugenio, no es a través de contar una historia, sino de cómo Dios obró a través de los sucesos y personas en su vida – y permitir que ello cuestione nuestras vidas. En cuanto a mí, la invitación es a recordar algunos de los momentos importantes con las personas que marcaron una diferencia en la época temprana de mi vida – y reflexionar en cómo Dios actuó a través de ellos para mí, y agradecerlo.
“Justo como el hijo es padre del hombre, así las impresiones de la propia juventud permanecen vívidas en el adulto.” Gustav Stresemann