LOS SIRVIENTES Y LOS VALETS SE ADELANTAN A SATISFACER LO QUE YO PUEDA DESEAR

 

La llegada del ejército francés y un tumulto en Nápoles terminó con la desgracia de la estancia de los de Mazenods. Pudieron huir a Palermo en Sicilia. Al llegar ahí, la suerte del joven Eugenio cambió dramáticamente:

La Providencia que siempre veló por mí desde la infancia, me abrió las puertas de una familia siciliana, donde fui admitido desde el comienzo como su hijo. Es la familia del duque de Cannizzaro. Su esposa, la princesa de Larderia, era una santa. Me tomaron ambos gran afecto y parece se alegraron de dar a sus dos hijos, un poco más jóvenes que yo, un compañero que pudiera ser su amigo y les diera ejemplo de buena conducta, cosa muy rara en un país como el suyo. Desde entonces y hasta mi regreso a Francia, formé parte de la familia: mi cubierto estaba siempre puesto en su mesa; les acompañaba siempre al campo en verano, y todo en la casa estaba a mi servicio, como al de los propios hijos, que se consideraban mis hermanos. Realmente yo lo era por el afecto, y su madre, quien decía le había llegado un tercer hijo, me inspiró tal cariño con sus finezas, que sus hijos ciertamente no la amaban más que yo.

Diario del Exilio en Italia, EO XVI

El nuevo ambiente habría de traer cambios a Eugenio teniendo repercusiones a largo plazo en su espiritualidad más adelante en su vida. El P. Pielorz nos cuenta la historia:

Una vez instalado con la familia Cannizzaro que tenía una lujosa villa en la llanura de Colli, Eugenio escribió una carta a su padre para informarle de su nuevo estilo de vida. A mediados de octubre de 1799, escribe:

Querido papá, soy tratado a cuerpo de rey. Una cama excelente, un dormitorio encantador, sala de baño, etc., un ayuda de cámara a mis órdenes, sacudió mis trajes esta mañana (algo importante)… Esta mañana al levantarme, me creía en medio del campo. Mi habitación tiene una vista maravillosa. Tanto los amos como los sirvientes se adelantan a satisfacer lo que yo pueda desear.

A las exquisitas cenas realizadas en el palacio de los Cannizzaro, se agregaban frecuentes recepciones. Éstas se prolongaban hasta medianoche y a menudo eran acompañadas de bailes, de carreras de caballos y de diferentes juegos de azar. Una recepción que dio la duquesa al rey de las Dos Sicilias costó 500 onzas de oro, es decir 6500 francos de oro (lo que actualmente equivale a  cerca de 70,000 euros).  Tal despilfarro de dinero era el precio para figurar entre las familias de la alta sociedad de Palermo.»

Pielorz, “Familia Cannizzaro” en el Diccionario Histórico Oblato

¿Recibo o doy servicio? ¿Existe alguna señal de peligro espiritual en mi vida?

SPANISH

“El lujo es un lobo a la puerta, y sus colmillos, la vanidad y la arrogancia creada por el éxito. Cuando un artista lo aprende, sabe dónde está el peligro.”   Tennessee Williams

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